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| Imagen: historiasdelpasadocercano |
El 22 de Octubre de este año se realizaron las elecciones legislativas en Argentina. Desde los 50 en adelante, el 60% de los argentinos insiste en votar, en cada elección, por candidatos que se reconocen peronistas. Estos pueden ser kirchneristas, massistas y con capacidades electorales diferentes. Al parecer, ser populista es esencial. ¿Por qué el populismo sería importante dentro de la política argentina en pleno siglo XXI?
Algo común con el populismo latinoamericano, es que surge en una etapa de crisis económica y social. El ejemplo más claro lo tenemos con Perón. Esta etapa de crisis genera un descontento social y una deslegitimación política durante la cual aparece un líder carismático con el que todos se sienten satisfechos, consolidando un nuevo régimen, la renovación institucional y un orden dentro de la sociedad civil. Desde sus inicios hasta hoy, pareciera que estas características fueran un círculo vicioso. El movimiento peronista, iniciado por Perón (valga la redundancia), incluía tres componentes: un formato populista, que promovía una relación horizontal entre el líder y las masas, creando la ilusión de ser “uno más” del pueblo; un contenido nacionalista, que particulariza e individualiza al país y una mentalidad corporativa que, ya sea corporativismo u “organicismo”, dualiza a las sociedades y las hace permanentes. No obstante, lo que resalta de este movimiento hasta hoy, es la combinación de oportunidades políticas (los de arriba: dirigentes) con la protección social (los de abajo: sectores populares).
Izquierdistas, conservadores, liberales, socialistas y anarquistas siempre se opusieron y cuestionaron duramente las medidas populistas que, de manera progresiva, adoptaron el peronismo y su, hasta ahora, reciente expresión, el kirchnerismo, en favor de los sectores olvidados de la sociedad. Los izquierdistas critican al populismo porque éste no busca erradicar el sistema capitalista y los conservadores o de derecha lo critican y rechazan porque –aun de manera inconclusa- defienden más los intereses de los sectores populares. Es entendible que los sectores de “privilegio” hayan desatado una reprobación al concepto y políticas populistas, a través de sus medios masivos como diarios, radios, canales televisivos, ilustradores y académicos. Sin embargo, cuando estos conservadores llegan al gobierno, no dejan de tomar medidas populistas (aunque con objetivos diferentes en cada caso).
Con la victoria de Macri en 2015, se creía que la etapa del populismo había culminado y ahora Argentina estaría encaminada a ser parte de la lista de las 25 naciones punteras a nivel mundial. Ya pasaron 2 años llenos de obstáculos y, al parecer, la línea ideológica que seguía Macri, no es suficiente.
Este 2017, Cambiemos, el partido del actual presidente Macri, sumó legisladores y punteros, pero eso no asegurará una total victoria mientras no tenga más apoyo. Eso requiere que la economía crezca y que se note, entonces es ahí donde la globalización debe entrar en acción, pero el mundo no ayuda. En 2011, el economista Dani Rodrik de la Universidad de Harvard, alertó del peligro de la hiperglobalización en su tesis “La paradoja de la globalización”, donde plantea que no se puede tener globalización, democracia y Estados nacionales al mismo tiempo. Se pueden combinar dos cualesquiera, pero no los tres. Para Rodrik sería preferible disolver los Estados, pero no lo cree posible a corto plazo y, al ser demócrata, opta por la limitación de la globalización. De lo contrario, erosionarían la democracia o los Estados. El aumento mundial de populistas y nacionalistas demuestran que Rodrik podría estar en lo cierto.
En síntesis, el populismo es la represalia de la democracia contra las elites globalizadas. Populismo y nacionalismo prometen algo parecido: protección -contra el terrorismo, los inmigrantes, las multinacionales, el establishment-. Para todos los problemas, el proteccionismo parece ser la única respuesta. Los tiempos piden nacionalismo y, en Argentina, el peronismo ofrecía nacionalismo, populismo y protección social. Argentina actualmente está con una crisis social y económica, y si se quiere superar esto, algo parecido debe ofrecer el gobierno para superarla, antes de continuar con su visión de destacar dentro de las naciones punteras. Teniendo en cuenta además, que la globalización puede ser un arma de doble filo. Será necesario primero resguardar lo que se tiene, antes de quizá perderlo todo. Argentina buscaba salir del populismo, pero el mundo sugiere que quizá aún no sea el momento de hacerlo.
Mariafernanda Pacheco H.
Cada autor/a se hace responsable de las opiniones presentadas en sus textos.

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