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| Imagen: NODAL |
En las elecciones regionales en
Venezuela, desarrolladas el domingo 15 de octubre, según el Consejo Nacional
Electoral – CNE al 95.8% del conteo de votos el oficialismo ganó en 17
gobernaciones y la oposición en 5. Quedando pendiente los resultados en el
Estado de Bolívar. El presidente Maduro había anunciado días atrás que las elecciones
otorgarían reconocimiento tácito a la Asamblea Nacional Constituyente - ANC, que
sigue siendo desconocida por la oposición y algunos países de Europa y América.
No obstante, Henrique Capriles, líder de la oposición ha negado esta
posibilidad. A la par, apenas dados a conocer los resultados electorales por el
CNE, líderes de la oposición denunciaron fraude y señalaron que no reconocen
los resultados. Asimismo, han exigido auditar todo el proceso y convocado a sus
militantes a apoyar estas acciones desde la calle. Con lo cual se prevé que el
ambiente de conflictividad política volverá a agudizarse luego de algunas
semanas de tregua.
Este escenario de enfrentamiento
se da en medio de una crisis económica profunda que golpea a Venezuela, como
consecuencia, principalmente, de la caída del precio internacional del petróleo
(que representa el 96% del total de las exportaciones venezolanas). Al
respecto, recientemente el FMI ha señalado que la economía del país caerá en
12% en el presente año. En este contexto cabe preguntarnos si la crisis es
meramente coyuntural o revela el agotamiento de viejas estructuras económicas y
políticas. Es decir, ¿Cuál es el carácter de la crisis venezolana?. Veamos.
Desde inicios de la república hasta
los primeros años del siglo XX, Venezuela vivió en medio de guerras civiles
promovidas por caudillos regionales (con poder político y militar propio: la
constitución federal de 1864 prohibió de modo expreso que el gobierno central
coloque tropas en los Estados). Esta configuración del poder terminó cuando Juan
Vicente Gómez, vía golpe de Estado se hizo del gobierno. Gómez consolidó un
poder político y militar centralizado primero a partir de negociaciones y
acuerdos con los caudillos regionales, que se expresarían en la Constitución de
1909, pero luego instalando un régimen abiertamente dictatorial.
La centralización del poder
político estuvo aparejada a la formación de una economía nacional alrededor del
petróleo que reemplazó al café como principal recurso económico. La explotación
petrolera potenció la interrelación entre las regiones y contribuyó a la
construcción de nuevas relaciones sociales alrededor de las cuales se fue
conformando un espíritu de identidad nacional. Así la construcción del Estado
venezolano, en el siglo XX, quedó vinculada a 1) la producción petrolera, como
una actividad cohesionadora y desarrolladora de la economía, vinculando al país
con el mercado internacional, a través de empresas transnacionales sobretodo
norteamericanas, consolidándolo como productor y exportador de materias primas;
y 2) al carácter autoritario en el manejo del poder. Alternándose (entre
1945-1999) periodos de democracia, semi-democracia y autoritarismo, como han
señalado Mainwaring, Brincks y Perez Liñan.
De tal modo, como ha dicho el
sociólogo venezolano Emiliano Terán lo que está en crisis en Venezuela es el “capitalismo rentístico” petrolero. Modelo
que se mantuvo todo el siglo XX y lo que va del XXI. Que sobrevivió al
gomecismo, al brevísimo gobierno de Rómulo Gallegos depuesto por la dictadura
de Carlos Delgado, al bipartidismo de la Acción Democrática y COPEI que
sostuvieron el Pacto de Punto Fijo (1958-1998) y al Chavismo. Modelo que se
articuló desde los años ochenta del siglo pasado a las políticas neoliberales.
Pero si se encuentra en crisis el capitalismo rentístico petrolero se encuentra
en crisis también la formación estatal que ayudó a cohesionar y construir. La
ANC tendrá sentido si se plantea reformar el Estado profundizando la
democracia, derechos sociales y superar un modelo rentístico, que hoy no se
sostiene.
Difícilmente se superará la
crisis que vive el país si no se dan pasos importantes hacia una formación
estatal que se cohesione y construya sobre la base en un modelo económico
pos-rentista y pos-neoliberal. Los resultados electorales, del Domingo 15,
deberían animar al oficialismo a transitar por ese camino. Lo que le plantea
asumir otros compromisos, y también a la oposición, como retomar la Mesa de
Dialogo impulsada por UNASUR y la conformación de instancias que fortalezcan el
dialogo como una Comisión de la Verdad.
Luis Rodríguez Salcedo
Cada autor/a se hace responsable de las opiniones presentadas en sus textos.

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