![]() |
| Imagen: Voz de América |
La temporada de huracanes ha causado desastres mayores en Puerto Rico. Pero el mayor desastre tiene ya más de una década de existencia y es de índole económica: una fuerte recesión desde el 2006 y una impagable deuda de 73 mil millones de dólares que los ha llevado a declararse en bancarrota. Como Estado libre asociado, Puerto Rico no cuenta con las herramientas políticas de los estados de la Unión y, por tanto, su capacidad para hacer frente a la crisis que la azota se ve reducida. Entonces, ¿los desastres de Puerto Rico la impulsarán hacia la estadidad?
Estadidad es un término circunscrito a la peculiar situación política de Puerto Rico. Esta se refiere a la incorporación plena de un territorio como estado de los Estados Unidos. De lograr la estadidad, Puerto Rico contaría con dos representantes en el Senado y cinco (dada su población) en el Congreso. Asimismo, Puerto Rico recibiría votos en el colegio electoral que elige al presidente. Históricamente, la estadidad fue representada por el Partido Estadista Republicano, el cual se opuso a los movimientos independentistas y al posterior Estado libre asociado.
Sin embargo, el Estado libre asociado prevaleció sobre la estadidad. Luis Muñoz Marín, primer gobernador electo, es considerado el fundador del Puerto Rico moderno. Desde 1930, la isla atravesaba serias dificultades económicas que se sumaban a la pobre situación social de la mayoría de habitantes. Muñoz concibió al Estado libre asociado como respuesta a dos necesidades de la isla: autonomía política y buenas relaciones económicas con Estados Unidos. Aunque la independencia otorgaría autonomía política, la frágil situación económica llevó a Muñoz a oponerse a esta. Puerto Rico no podría enfrentar su crisis sin el apoyo de Estados Unidos, que se tradujo en la inclusión de la isla en el New Deal.
Al día de hoy, una situación similar a la que llevó a la fundación del Estado libre asociado se vive en Puerto Rico. Sin la estadidad, la isla no cuenta con una representación política real (voz y voto) en el gobierno federal estadounidense. Esto ocasiona que los problemas de Puerto Rico sean secundarios en las agendas políticas, tanto del Legislativo como del Ejecutivo. Aunque la estadidad no resolvería de forma mágica los problemas de la isla, sí otorgaría estas herramientas políticas necesarias para hacerles frente. No es de extrañar entonces que la principal fuerza política puertorriqueña, el Partido Nuevo Progresista junto al gobernador Ricardo Rosselló, sea partidaria de la estadidad.
De esta manera, la crisis que atraviesa Puerto Rico puede ser el motor necesario para impulsar la estadidad. No sería extraño encontrar mayor apoyo hacia la estadidad a medida que el statu quo prueba ser insuficiente para hacer frente a los problemas que atraviesa la isla y a medida que la independencia se vuelve una fantasía cada vez más inviable. A pesar de todos estos factores a favor de la estadidad, la última palabra se encuentra en el Congreso estadounidense. Por lo tanto, Puerto Rico, si quiere lograr la estadidad, tiene la inmensa labor de captar su atención.
Aaron Simón Wong León
Cada autor/a se hace responsable de las opiniones presentadas en sus textos.

Comentarios
Publicar un comentario